Cuidar tu piel conlleva también cuidar todos los elementos que están en contacto con ella. Para evitar posibles infecciones es importante saber cada cuánto hay que cambiar las sábanas por unas limpias, al igual que se hace con las toallas.
Tal y como señalan los dermatólogos, se recomienda cambiar las sábanas una vez en semana, salvo en aquellas personas con determinadas infecciones que, tras el tratamiento prescrito, se les indica lavado diario.
Así, existen riesgos por el uso continuado de sábanas o toallas de uso prolongado. En concreto, si alguien está enfermo y usa una toalla de esa persona sin querer, puede infectarse heridas o pequeñas erosiones inapreciables pudiendo aparecer infecciones como impétigos, verrugas, moluscum, sarna, foliculitis o empeoramiento de su dermatitis preexistente.
¿Cómo se deben lavar las sábanas?
Para una correcta higiene y eliminación de bacterias y gérmenes, se recomienda lavar la ropa de cama con agua caliente por encima de 60ºC. En el caso de presentar alguna infección, como la sarna u otro tipo de ácaros, existen productos con permetrina o acaricidas que se pueden emplear durante el lavado.
Además de la ventilación, también es recomendable ventilar los dormitorios para garantizar la calidad del aire.
Problemas por no cambiar las sábanas a tiempo
Una incorrecta higiene de la ropa de cama puede suponer la aparición de reacciones alérgicas, así como el empeoramiento de patologías del tipo rosácea blefaritis, foliculitis, pitiriasis capitis, y sarna.
Hay que tener en cuenta que no cambiar las sábanas puede ser perjudicial para los pacientes inmunodeprimidos, encamados o con alguna patología dermatológica.
¿Cada cuánto debemos lavar las toallas?
Las toallas de mano deben lavarse más frecuentemente y las de baño cada 3 o 4 usos. A estas recomendaciones se suman que, si alguien está enfermo, las toallas deben lavarse con mayor frecuencia dado que esta habrá estado en contacto con mucha superficie cutánea, mucosas, fosas nasales y boca; todas ellas vías de trasmisión y portadoras de microrganismos. A este punto, los dermatólogos suman que la humedad favorece el mantenimiento de microorganismos, lo que afecta a la propia piel.